El turismo
República Checa, turismo
Todos los extranjeros que residan en Checoslovaquia, aunque sea por breve tiempo, tienen que gastar por lo menos el equivalente a 10 dólares diarios y por persona. Este reglamento, puesto en vigor recientemente, está destinado, según las fuentes oficiales, a luchar contra el mercado negro, ya que los 10 dólares están incluidos en el precio de pensión que les es facturado. Los automovilistas pueden hacerse con «forfaits automovilistas» de una semana o de doce días. Se trata de itinerarios que realizan en sus coches, pero la media pensión de cada etapa es reservada y pagada con antelación. Es una fórmula interesante, sobre todo en plena estación turística, ya que es muy difícil (en Praga es incluso imposible durante todo el año) el alojarse en un hotel sin una reserva previa. Es, pues, preciso recurrir a las habitaciones particulares (menos caras que el hotel: entre 500 y 800 pesetas), cuya nomenclatura está centralizada en la oficina Cedok. A Checoslovaquia, como la de todos los países socialistas de Europa Central fuera de Albania, es completamente libre: cada uno va por donde quiere y cuando quiere. Dos regiones naturales son especialmente indicadas para el turismo de reposo: Los Montes de los Gigantes, al nordeste de Praga y el macizo de los Tatras, en el norte de Eslovaquia, pero insistimos para que los visitantes dejen los grandes ejes para visitar la campiña del sur inmediato a Praga, los alrededores, hermosísimos, de Brno y los de Moravia. Por todas partes, pueblos, hermosas ciudades y castillos. El artesanado checoslovaco se ha prostituido un poco. Los artesanos de antaño, encuadernadores, doradores, trabajadores de los metales, han desaparecido y en los almacenes estatales ya no encuentra más que una gama limitada de artículos bellos: muñecas en hojas de maíz, tejidos bordados, tapices, cerámicas, como cada país continúa produciendo en la línea de su «folklore».
En Praga, no obstante, algunos almacenes de antigüedades proponen a precios interesantes antiguas marionetas, un arte checo muy desarrollado, libros antiguos, mapas antiguos y objetos en general. En las ciudades provincianas todavía es posible encontrar viejas soperas de goulasch o platos de pescado... Tal vez sea en Eslovaquia donde los objetos usuales son más numerosos: vestidos bordados, túnicas, calzados de lana. En general, buscar mirlos blancos suele ser decepcionante. En tales condiciones, lo mejor es llevarse unos panes de «knedlíky» preparados, que se venden en las tiendas de alimentación y hacer conocer la receta a los amigos. Pero hay que tener cuidado, ya que no se conservan mucho tiempo.